Si yo pudiera, tristeza
mía, darte un ayer muerto
(ansiada tristeza, carne
de fruto verdadero
madurado en rama viva
de savia, de tierra y viento)
para mis labios entonces
qué dulce tu desconsuelo,
qué plácido al corazón,
tristeza, tu llanto auténtico.
Si yo pudiera, tristeza
mía, darte mi ayer muerto:
pero no hay savia que fluya
en ti ni tierra en mi huerto.
Sueño de ayer, sueño errante
de mañana, siempre sueño,
mi corazón es camino
sin final y sin comienzo.
¡Hondo ayer nunca vivido!
En el corazón enfermo,
qué darte, tristeza mía,
solo si tristeza tengo.