Porque el sueño no tiene la piel tuya
no he podido del todo amar tu sueño
(tu sueño sigiloso en la vigilia
que viene sin llamarlo y que me lleva
con él, lejos de mí, o el que, dormido,
entra de noche a oscuras en mis ojos
a despertarme el corazón).
¡Quién sabe,
si yo pudiera acariciar tu sueño
como a ti te acaricio con mis manos,
si no lo amara a él más que a ti misma!